miércoles, 13 de julio de 2011

Encuentros cercanos...


Una imagen que invita seguramente a la reflexión y mucho más...

La del estribo...

¡Pinches ratones, sí son una plaga!

Parada...


Igual que con las inyecciones médicas, no me gusta que me metan la pistola cuando estoy acostada, sólo me orgasmeo cuando me la meten parada, y no me refiero a que esté bien firme la reata, sino a que me la tienen que introducir cuando estoy de pie. Parada me gusta más, no tolero que Rafael (aunque insiste mucho) se me monte y me ponga de espaldas planas, se me figura que él puede perder el conocimiento mientras me lo hace y que caería sobre mi diminuta humanidad; él se agita mucho cuando fornicamos y temo que un paro cardiaco fulminante lo haga aplastarme. He aprendido a ser flexible para que mi hombre me la meta estando de pie y, siendo sincera, le he empezado a agarrar sabor a la posición, pues disfruto que me la meta hasta el fondo mientras con su otra mano le da pellizcos a mi clítoris.

Soldado: ¡Firmes!


Tengo cincuenta y cinco años y temo que mi miembro ya no funcione igual, pues tengo mucho tiempo que no lo uso más que para orinar. Mi esposa murió hace ya algunos años y yo me he dedicado todo ese tiempo a honrar su memoria. Desde que ella quedó rígida al lado mío mientras dormíamos me prometí que no fornicaría con ninguna otra mujer y lo he cumplido hasta hace poco, que se me ha metido en la cabeza y hasta en las entrañas mi vecina Julia. Ella es una mujer que con cariño se ha ganado mis sonrisas y yo cada vez que la veo siento que se me incendia la entraña, es decir, que se me para el pene. Y aunque siento firme mi erección no sé con certeza si podré cumplirle en la cama, pues temo que mi falta de práctica ocasione que a la hora de la hora mi soldado pierda la firmeza.

martes, 12 de julio de 2011

Erecciones pezonales


No hay brasier que contenga mis erecciones. Con cualquier motivo mis pezones saltan de sus aureolas para hacerse presentes, pues sufro de constantes erecciones.
Para muchos hombres tener erecciones es un sinónimo de poder sexual; para mí como mujer ha empezado a ser una carga, pues no puedo ocultar bajo ninguna delgada blusa lo duro que se ponen mis chupones cuando se alborotan por cualquier cosa.
Aunque no soy una cogelona en potencia, cualquier caricia, roce, susurro o hasta pensamiento basta para que se me prendan las luces y se note que mi cuerpo está con ganas de que me la metan hasta que ya no pueda más.
Mis pezones han empezado a hacer historia en mi trabajo y no hay jefe de piso o compañeros a los que no haya sorprendido mirándome el pecho para ver si de chiripa logran disfrutar aunque sea visualmente de mis pezones duros. Y por desgracia siempre los complazco, pues el solo hecho de pensar en que me desean hace que me excite y sobresalgan de mi blusa.
Lo he intentado todo: sostenes gruesos, doble camiseta, fajas apretadas en el pecho y hasta suéteres gruesos en temporada de calor, pero no hay prenda que sujete y controle el despertar de mis tetas. No hay amarre que impida que ellos se manifiesten, incluso he pensado que mis pezones tienen vida propia, pues quieren que todo el mundo los reconozca y los goce con la mirada: ¡se ven, se sienten, mis tetas están presentes!
Los saltos del transporte público, un aroma en el camión, el roce de algún hombro en el vagón de metro o simplemente el imaginar a mi pareja besándome el cuello basta para que broten mis más puros sentimientos e inmediatamente me aflore el pezón y hasta se me moje el calzón.
Estoy desesperada, no puedo seguir viviendo presa de mis erecciones pezonales. Estoy enloqueciendo, pues en recientes fechas ya no nada más me conformo con sentir mi erección, sino que hasta la estimulo más, pues a discreción me meto la mano en la blusa para pellizcarlos y endurecerlos al máximo.