Seguí a escondidas viendo pornografia en horarios de oficina hasta que de que de plano se me quitó la verguenza. Ya no me importa que mis compañeros o compañeras de oficina de sen cuenta de mi vicio y ellos han epezado a mirarme de forma extraña pues cada vez que estoy navegando entre pornografia me pongo medio ido y no pelo a nadie.
Las cosas han ido empeorando, pues ya no sólo me conformo con mirar, el otro día me sorprendí a mi mismo acariociándome el miembro ya medio endurecido entre mis pantalones. No sé qué hacer, no quiero que me vean como un enfermo sexual.
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