martes, 23 de octubre de 2012

Calistenia...

Soy Gustavo, tengo casi cincuenta años y soy muy metódico en la cama. Antes de desenfundar mi miembro y meterlo en la vagina, antes de comenzar el oficio de las artes amatorias, sigo al pie de la letra las reglas que me llevarán al orgasmo seguro. Antes de meter cualquier cosa en un agujero tengo que concluir mi rutina, si no, mi miembro viril no se pone duro. Tengo que hacer veinte minutos de calentamiento, estiro mis músculos para evitar desgarres y calambres, no quiero que mientras se la meto a Mónica me vaya a dar el tirón y pierda mi erección. Después del calentamiento me lavo manos, boca, pene y ano, es importante que los miembros que entrarán en acción estén libres de gérmenes. Después de eso ya estoy listo para la batalla: primero caricias, luego besos, después chupetones y, por último, penetración vaginal y anal. Tiene que ser en ese orden, siempre bajo las mismas normas para lograr vaciar mis testículos. Mi mujer se queja de la rutina, no quiere seguir el procedimiento para mi venida, asegura que esa rutina la tiene harta argumentando que para toda regla hay una excepción. Sin embargo, para mí, si hay excepción a la regla, hay excepción de eyaculación.

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