martes, 22 de noviembre de 2011

Anzuelo


Les tiro el anzuelo para ver que pesco, espero que alguno que otro atrape en sus entrañas alguna sensación placentera al leer o ver algo en este sitio, y ya entrados en confianza, la compartan...

Imagen...



Algunas imágenes dicen más que la redacción de mil párrafos.

Culpa...


Soy una fornicadora exprés: siempre después de parchar me suelto a llorar a moco tendido del puro remordimiento. Soy joven y no de malos bigotes, tengo mis buenas nalguitas y mis bien proporcionadas tetas, armas listas para seducir a hombres calientes. Aunque mis encantos nunca fallan, sí lo hacen mis sentimientos después de fornicar, pues inmediatamente de que tengo el orgasmo más rico del universo me suelto a llorar por la culpabilidad. Mi chillido es tan intenso que incluso muchos de mis compañeros sexuales se sientan a mi lado a abrazarme ofreciendo disculpas, pues creen que su miembro me ocasionó algún daño interno. No tengo cara para explicarles que su miembro no es de dimensiones extraordinarias y que su desempeño deja mucho que desear, no tengo las palabras para explicarles que se me salen las de cocodrilo porque los orgasmos me producen tanto placer que me siento culpable, no merezco gozar de esa manera. Ana

Confesión...



De día soy Javier y de noche, Jacaranda. Ya no puedo con esta doble vida, mi esposa está comenzando a sospechar, pues encontró unas pestañas postizas en mi cartera. Ella cree que tengo una amante y hasta me ha pedido el divorcio; no entiende que yo la quiero, pues es la única mujer, aparte de Roberto, que me la pone dura, y no la quiero perder. Estoy desesperado, pues no quiero perder a mi macho picador y tampoco el amor de mi mujer. Yo le he jurado que no se la meto a otra, y eso es verdad, pues me la meten a mí. Los músculos y los muslos de mi Robert son bien diferentes a los de Gina. Ya no puedo seguir poniendo pretextos para salir de noche para que me den mi empujón de tripas, Gina ya no cree el cuento de que en mi chamba hay auditorias exhaustivas por lo que no puedo ni contestarle el teléfono. Estoy desesperada... perdón, desesperado, pues no sé si esto de transformarme en Jacaranda sea pasajero. Todo empezó como un juego cuando compré unas pestañas postizas para disfrazarme en Día de Muertos.

Mirar...


Soy Ernesto y, neto, soy bien lujurioso, me encanta treparme a los puentes peatonales a verles las tetas a las mujeres que pasan por debajo.
Paso horas contemplando cómo esos bondadosos pedazos de carne se mecen al ritmo de la caminata, yo me coloco arriba de un puente y simplemente aprecio desde las alturas los generosos escotes que pasan debajo de mí.
Esto empezó hace poco, cuando esperaba a una amiga en uno de los puentes peatonales; quedamos en vernos arriba del puente, pues así no nos perderíamos entre la multitud. Llegué antes a la cita y vi cuando ella y sus tremendas chichotas se acercaban al encuentro, ver cómo esos dos volcanes se acercaban a mí me ocasionó una erección.
Se me caía la baba al apreciar desde mi posición de altura esos tremendos chicharrones. Desde mi perspectiva imaginaba que Beti, mi amiga, me hacía una rusa, sí, que mi pistola bien dura se metía por entre sus tetas hasta que me viniera, y luego le echaba el semen en su carita bonita.
Pasé una tarde difícil, pues no podía quitarme esa imagen satelital de la mente, incluso tuve que echarme unos alcoholes para poder olvidar esa fotografía panorámica tetánica. La tarde siguiente aún estaba muy caliente y decidí subir a otro puente peatonal, quería investigar si se repetía la erección por visualización.
Mi sorpresa fue mayúscula, pues se me puso duro el pirrín cuando aprecié desde las alturas a una chava en camisetita deportiva. Se le veían unas tetitas firmes, chiquitas pero bien duritas; yo no me contuve y me di unos apretones, quería masturbarme en ese momento.
Ahora ando por la ciudad buscando los puentes de mayor cruce. Me coloco arriba, específicamente al inicio de la escalera, para ver cómo se mueven las tetas de las mujeres que suben. Muchas de ellas, apuradas por el tiempo, no se dan cuenta del generoso espectáculo que dan sus chichis.
No importa si no traen escote, me he hecho tan experto para apreciar las glándulas mamarias que incluso si las cubre un suéter pegadito puedo apreciar cómo se les mueven dentro del sostén para hacerse presentes. Saltan temblorosas de su prisión para que alguien las vea y vaya a su rescate.
He llegado a pensar que en el fondo todas las tetas claman por ser apreciadas, les gusta que las admiren y por eso casi saltan jubilosas a cada paso que da su portadora. Incluso me he asombrado al ver cómo uno que otro pezón se hace presente ante mi mirada, se erectan en tono de agradecimiento ante mi reconocimiento mamario.

martes, 1 de noviembre de 2011

Retorcida


Tengo orgasmos sólo cuando me la meten como yo quiero. Es complicado llegar a la posición correcta, pero con mis precisas indicaciones logro al fin tener un explosivo orgasmo. La posición yo la he bautizado como "el ángel del placer" y va así: me tengo que acostar con las nalgas al filo de la cama, sólo mi espalda y cabeza reposan en el colchón. Debo estar bocarriba con una pierna estirada sobre el pecho de mi picador, mi tobillo debe quedar aproximadamente en su hombro, la otra pierna debe ser como una tenaza que rodea las nalgas de él. Levanto mi pelvis hasta que quede a la altura de su miembro para que él me penetre al mismo tiempo que pellizca mi clítoris, pezones y me da empellones, a la par que yo hago movimientos convulsos. Es indispensable para lograr mi orgasmo sentir cómo sus huevos golpean mis nalgas; y si él me mete un dedo al ano estoy de gane, pues el orgasmo es mucho más increíble que si nada más me escupe las chichis. Sé que es complicada la faena, pero si lo logro tengo un orgasmo siempre mejor al anterior. ¿Estoy mal? ¿Tengo la mente retorcida?

Chueco


Tengo veintinueve años y creo que soy un asesino en potencia, las mujeres se quejan de mis movimientos en la cama, pues mi reata las lastima al borde de hacerlas llorar... porque la tengo chueca.
Llevo algunos años tratando de encontrar a la mujer que le guste mi chilín chueco, hasta ahora no he encontrado a la fémina que acepte gustosa mi miembro inclinado, todas acaban adoloridas y sin ganas de volver a tener sexo conmigo.
Mi pene está chueco desde nacimiento y, según por lo que recuerdo que me dijo mi madre cuando era pequeño, esta inclinación no me tendría que traer problemas, claro que mi madre santa qué iba a saber si nunca lo vio completamente erecto y, por ende, completamente chueco.
La inclinación de mi miembro es increíble, cuando está completamente duro parece una señal vial de curva pronunciada. Yo no tengo dolor alguno ni molestia con mi miembro, incluso cuando me masturbo me encanta imaginar que él me abraza la mano en señal de cariño.
Me estoy convirtiendo en un ermitaño del sexo, pues prefiero jalarle el pescuezo al ganso que metérsela a alguna mujercita. Mi peor pesadilla es que mi miembro vaya a matar a mi compañera de cama perforándole los intestinos, sufro al imaginar mi chile lleno de sangre del asesinato.
Estoy tan desesperado que incluso he llegado a pensar que las mujeres no son para mí, no quiero destrozarle la vagina a alguna inocente calenturienta y que por mi culpa no pueda llegar a convertirse en madre.
La cosa no para ahí, pues estoy tan desesperado por lo chueco de mi pene que incluso he llegado a pensar que mi reata fue hecha para machines; sí, he pensado que tal vez si se la meto por el ano a algún quebradito pueda que no ocasione tanto daño, tal vez mi destino es ser un soplanucas.
En la actualidad tengo cuatro meses saliendo con Carla, es una muchacha buena que conocí en la parada del camión; me he enamorado como colegial, me late mucho su forma de ser y mucho más su cuerpo, deseo recorrerlo con mi lengua y darle todo el placer que se merece.
Ya hemos fajado una que otra vez y ella ha sentido mi reata por encima del pantalón; yo estoy enloquecido de caliente y sólo pienso en llevar a Carla a mi departamentito para sacarla y metérsela con todo y bolas. Pero tiemblo de miedo al imaginar que la lastimo o, peor aún, que la mato de tantas encajadas de chile chueco que le doy.
Gaby, necesito desesperadamente un consejo: ¿qué hago? ¿Mi camino será el celibato o convertirme en un asesino de vaginas, o ya de plano en un empujafrijoles de machines?
Roberto

De lado la canoa


Estoy asustado, no sé si lo que sentí al verle las nalgas a Mauricio signifique que se me va chueca la canoa y soy jotín o que de plano estaba muy caliente, pues tengo tiempo sin fundita. Estaba a la mitad de la cancha de fucho cuando vi a mi cuate, quien por cierto tiene tremendas nalgas, agacharse a acomodar el balón para despejar. Ver ese trasero me emocionó, y sin querer queriendo se me alborotó el pispirrín. Para disimular mi erección tuve que inventar un calambre para irme a la banca un rato, no era de hombres correr con el molinillo a punto de turrón. Ya en la banca traté de calmar a la bestia y le di unos apretones, parecía no ceder a la flacidez y peor cuando mi vista se volvió a fijar en la retaguardia de mi cuate, se me puso otra vez derecha y tuve que ponerme la toalla de Nacho, un compa, para evitar que la porra se diera cuenta de que toda la sangre de mi cuerpo se encontraba entre mis piernas. No logré domar a la fiera y de tanto tiempo que pasó hasta se acabó el juego, tampoco pude quitarme las imágenes de las nalgas del Mau mientras se la metía. Desde entonces le doy la vuelta a mi amigo, he dejado incluso de ir a echar ron con él, tengo miedo de que se me vaya chueca la manita y en una de ésas en la peda acabe aderezándole el agujero.

miércoles, 5 de octubre de 2011

Mojándolo todo...



Para aquellos que aun creen en las infinitas posibilidades del amor y del sexo, les dejo esta letra, que en verdad es una joya.

Mojándolo todo

(Luis Eduardo Aute)

Tendida, con los muslos como alas abiertas,
dispuestas al vuelo… me incitas, me invitas a
viajar, por lácteas vías, y negros
agujeros, levemente desvelados por tú mano
que juega por pudores y sudores enjugando entre
pétalos de carne, el estigma de tu flor
más desnuda, Mojándolo todo...
Mojándolo todo... Volando por universos de
licor. Húmedas llamas los labios que con
tus dedos delicadamente delatas, dilatas para
mí, mostrándome obscena, la cueva
del milagro, por donde mana el líquido rayo
de la vida, incandescente fuente, lechosa lava,
salpicaduras de agua profunda que inunda
Mojándolo todo... Mojándolo todo...
Volando por universos de licor. Mojándolo
todo... Mi boca besando tus labios incendiados se
dispone a beber en tu cáliz de polen y
licor y entre zumos y zumbidos, de olas y alas,
libidinosamente libar el néctar de la flor
de tus mareas... lamiendo la miel salada que te
fluye y quema mi lengua que vibra, lasciva, entre
savia y saliva Mojándolo todo...
Mojándolo todo... volando por universos de
licor Mis alas de cera batiendo combatiendo tu
fuego en oleadas de ardientes espumas y plumas e
ícaro volando tan alto, tan alto... que a
punto de entrar en el jardín del
Edén, fundido su vuelo por tu derramado
sol, cae, como el ángel exterminado, al mar
de los naufragios, Mojándolo todo...
Mojándolo todo... Volando por universos de
licor. Mojándolo todo... Mojándolo
todo... Volando por universos de licor.
Mojándolo todo0o0o0o0o0o0o0o0...

Y si la quieres escuchar en voz del autor, dale al enlace abajo, ojalá y te gueste.


http://www.youtube.com/watch?v=OC5AIacLPMQ&feature=related

Manifestación de pelos...



Perdí la gana de metérsela cuando quedaron frente a mí sus chichis peludas, y de plano se me bajó la reata al ver su ano infestado de pelos. Fue horrible ver esa alfombra de pelos tan cerca de mi lengua.
Dulce siempre había sido mi fantasía sexual, desde que la conocí se convirtió en mi sueño erótico. Sus pronunciados escotes me hacían imaginar sus ricas tetas balanceándose sobre mí, claro, mientras ella me montaba para permitir que mi fierro se le hundiera bien adentro.
Alimenté esa fantasía por meses, hasta que por fin me atreví a hablarle e invitarla a salir; la llevé al teatro y después, a cenar. Ella pareció estar feliz con la invitación, pues esa noche usó una blusa que permitía ver mucha piel y dejaba poco a la imaginación.
Mientras cenábamos no me podía concentrar, lo único que podía preguntarme era de qué color eran los pezones de las tetas que cenaban frente a mí. Se repitieron las salidas y después de varias de ellas por fin pude tentarle los senos. Nos besábamos y ella tomó mi mano y la colocó sobre sus chichis, yo la apreté, y aunque la tela no me lo permitió muy bien, pude comprobar que sus mamas eran de muy buen volumen.
Dulce por fin me aceptó como su novio y después de unos tragos fuimos a su departamento. Yo traía lista la pistola, pues ella se encargó de masajearla mientras manejaba, y yo estaba a punto de descargar. Esa noche por fin conocería de qué color y de qué tamaño eran sus chupones.
No perdí mucho tiempo y empecé a desnudarla. Mi reata estaba a punto de estallar, estaba tan caliente que hasta me dolía la erección. Yo le besé el cuello y cuando empecé a bajar hacia el ombligo me quedé sorprendido... los pezones no eran como los había imaginado: ¡tenían largos pelos que los hacían ver horribles!
Traté de no perder la concentración, hice un esfuerzo por seguir al pensar que eso tenía arreglo, pensé con optimismo que eso no importaba, pues podría proponerle arrancarle los pelos con mis dientes; ella gemía y yo le arrancaba uno a uno sus pelambres, se antojaba excitante.
Dulce estaba bien prendida y se bajó con mucha facilidad los calzones al mismo tiempo que me dijo: "¡Chúpame la cuca!". Yo obedecí cual soldado raso en fuerza armada y ¡zaz!, fue como si me echaran un cubetazo de agua con hielos... su ano y su vagina estaban cubiertos por una espesa alfombra de pelos crespos y no pude siquiera darle una lamidita, pues me aterroricé

Lampiña...



Tengo serios problemas con los peluches, tan me he obsesionado con rasurarme todo que incluso ya tengo irritado el pubis de tanto que me paso el rastrillo por la zona. Desde que vi una película porno con chavas totalmente rasuradas me nació la idea de quitarme los vellos. La idea de verme como colegiala me hizo retorcerme de placer y esa misma noche lo hice con Carlos, mi galán; a él le gustó que lo sorprendiera, se vino a chorros sobre mi monte de Venus despelucado. El problema es que a mí se me ha hecho obsesión no tener peluche en el estuche y todos los días me paso la máquina de rasurar, pero mi delicada piel ya tiene granitos y está muy irritada. Qué hago, pues todos se quejan: mi hombre, porque le pican mis púas, y mi anatomía, porque arde cada vez que despeluco el área.

Muy buena mano...


Ayúdame por favor, acabo de descubrir que tengo a una maniática dentro, me he empezado a masturbar con los mechones de mis clientes. Mi verdadero nombre es Samuel, pero mis clientes me dicen la Sammy. Soy la estilista oficial de la colonia y por accidente descubrí que me gusta masturbarme con los cabellos que corto después de darles champú. Lo descubrí con Jonathan, el chico más guapo de la cuadra; me encantan sus nalguitas y lo brilloso de su cabellera; él acudé a mí, pues dice que tengo muy buena mano para estos menesteres, y yo disfruto al acariciar su cabellera. Fue mi último cliente del jueves y al ver sus cabellos limpios tirados en el suelo los recogí para olerlos. Tuve una erección de inmediato, instintivamente me masturbé mientras frotaba los cabellos en mi miembro. Me encantó y desde entonces guardo los cabellos de los hombres que me gustan para darme mis estrujones peludos. ¿Qué hago? ¿Deberé acudir a un doctor para que me cure?

miércoles, 24 de agosto de 2011

Anatomía...


Monte Venus según quién...




Se conoce por monte de Venus (o mons Veneris) a una almohadilla adiposa que descansa sobre la cara anterior de la sínfisis púbica de la mujer. Venus es el nombre de una diosa de la mitología romana relacionada con el amor, belleza y fertilidad, por lo que es común llamar al monte de Venus, el monte del amor.

Pescadería...


Después de cada encuentro sexual en mi cuarto me da por acumular tesoros, y no porque le quite sus preciadas joyas a mis amantes, sino porque echo detrás del ropero los calzones húmedos que utilizo en la faena sexual. Esta manía ya me ha comenzado a mortificar, pues mi habitación ya huele a prostíbulo. Acumular los olores fuertes de mi intimidad atrás del mueble de mi recámara ha hecho que el ambiente huela a sexo sin ventilar. Uno que otro de mis amantes ha huido de mi cama, pues ha quedado impactado con el olor que se percibe en mi lecho, y me han dejado bien caliente y mal atendida. Yo, muy a pesar de eso, me niego a desenterrar mis trofeos. Quiero seguir acumulando, deseo desenfrenadamente que el olor a bragas usadas me ahogue. Incluso prefiero comprarme nuevos calzones que sacar los de atrás del ropero, pues ya no tengo ropa interior que ponerme.

Muévete perra...


Soy otro cuando estoy a punto de fornicar a mi esposa. Cuando la veo de espaldas justo a mi costado crece en mí la necesidad de metérsela por detrás. Mi reata se hace presente, la setecientas venas se pone dura justo cuando la abrazo para dormir de a cucharita. Oler su cabello hace que la sin hueso se llene de vida al dar empellones buscando su guarida. Pongo a Ana bocabajo, pues me gusta tenerla sometida de esa forma, yo abro sus nalgas y se la meto primero despacio para que sienta cómo resbala con dificultad por la vagina aún seca. No me puedo contener, estoy a punto de venirme, pues el placer es máximo. Ana, muy tierna, empieza a disfrutar un poco mis penetraciones lentas y comienza a lubricar, pues mis jadeos la han excitado. Muerdo sus orejas, me encanta sentir ese cartílago entre mis dientes, eso me transforma y le digo: "¡Muévete, perra!". Ella lo hace, se crece al castigo y yo disfruto intensamente sus movimientos violentos tipo convulsiones.

Matamosqueda


Siempre me he considerado un hombre conservador y de costumbres. Asumo reglas muy impuestas y desde que tengo uso de memoria siempre me tomo el jugo de naranja antes que el café.
Me encanta la rutina, siempre me levanto a la misma hora, del mismo lado de la cama; siempre después del champú me afeito, y justo antes de terminar de ducharme, cuando empieza a enfriarse el agua, me masturbo.
Tengo cuarenta y tres años y soy feliz a mi manera. No creo en el matrimonio y busco el placer carnal en el sexoservicio, desde hace años me veo cada quince días con Tifany, ella hace que mis testículos queden vacíos y yo termine rendido de placer en la cama después de dos horas de servicio.
Tifany posee grandes tetas, a mí me gusta apachurrárselas mientras se la meto en la tradicional posición del misionero. Casi siempre logro eyacular a los cinco minutos de haber empezado la penetración. Después de media hora de reposo cambio de pose y se lo hago de chivito al precipicio, siempre esas dos posiciones me hacen quedar rendido de placer.
Ese día hacía mucho calor en el cuarto de Tifany. Que viva en la azotea no ayuda a que la habitación se mantenga fresca, pues se acumula el calor, aún peor en un día caluroso después de llover, así que el bochorno un día alborotó a las moscas.
Mi obrera sexual estaba empeñada en que yo cumpliera mi dotación sin atrasos, pero yo no podía concentrarme del todo, pues los insectos que volaban a mi alrededor me distraían. Ya estaba descargando mi pene por detrás cuando de pronto algo distrajo mi atención, una de las pompas de Tifany tenía un lunar artificial con patas, una mosca estaba parada justo en la curvatura de su blanca nalga.
Sin pensarlo mucho tomé el matamoscas que se encontraba a un lado de la cama y de un golpe certero acabé con la infame mosca. Ver su cadavercito embarrado en las nalgas de mi compañera y escuchar a la par el quejido de dolor de ella provocaron que me viniera a chorros.
Desde entonces el matamoscas forma parte de mis juguetes sexuales. Las nalgas de mi amazona de placer quedan cuadriculadas y adoloridas cada vez que termino de eyacular.

miércoles, 13 de julio de 2011

Encuentros cercanos...


Una imagen que invita seguramente a la reflexión y mucho más...

La del estribo...

¡Pinches ratones, sí son una plaga!

Parada...


Igual que con las inyecciones médicas, no me gusta que me metan la pistola cuando estoy acostada, sólo me orgasmeo cuando me la meten parada, y no me refiero a que esté bien firme la reata, sino a que me la tienen que introducir cuando estoy de pie. Parada me gusta más, no tolero que Rafael (aunque insiste mucho) se me monte y me ponga de espaldas planas, se me figura que él puede perder el conocimiento mientras me lo hace y que caería sobre mi diminuta humanidad; él se agita mucho cuando fornicamos y temo que un paro cardiaco fulminante lo haga aplastarme. He aprendido a ser flexible para que mi hombre me la meta estando de pie y, siendo sincera, le he empezado a agarrar sabor a la posición, pues disfruto que me la meta hasta el fondo mientras con su otra mano le da pellizcos a mi clítoris.

Soldado: ¡Firmes!


Tengo cincuenta y cinco años y temo que mi miembro ya no funcione igual, pues tengo mucho tiempo que no lo uso más que para orinar. Mi esposa murió hace ya algunos años y yo me he dedicado todo ese tiempo a honrar su memoria. Desde que ella quedó rígida al lado mío mientras dormíamos me prometí que no fornicaría con ninguna otra mujer y lo he cumplido hasta hace poco, que se me ha metido en la cabeza y hasta en las entrañas mi vecina Julia. Ella es una mujer que con cariño se ha ganado mis sonrisas y yo cada vez que la veo siento que se me incendia la entraña, es decir, que se me para el pene. Y aunque siento firme mi erección no sé con certeza si podré cumplirle en la cama, pues temo que mi falta de práctica ocasione que a la hora de la hora mi soldado pierda la firmeza.

martes, 12 de julio de 2011

Erecciones pezonales


No hay brasier que contenga mis erecciones. Con cualquier motivo mis pezones saltan de sus aureolas para hacerse presentes, pues sufro de constantes erecciones.
Para muchos hombres tener erecciones es un sinónimo de poder sexual; para mí como mujer ha empezado a ser una carga, pues no puedo ocultar bajo ninguna delgada blusa lo duro que se ponen mis chupones cuando se alborotan por cualquier cosa.
Aunque no soy una cogelona en potencia, cualquier caricia, roce, susurro o hasta pensamiento basta para que se me prendan las luces y se note que mi cuerpo está con ganas de que me la metan hasta que ya no pueda más.
Mis pezones han empezado a hacer historia en mi trabajo y no hay jefe de piso o compañeros a los que no haya sorprendido mirándome el pecho para ver si de chiripa logran disfrutar aunque sea visualmente de mis pezones duros. Y por desgracia siempre los complazco, pues el solo hecho de pensar en que me desean hace que me excite y sobresalgan de mi blusa.
Lo he intentado todo: sostenes gruesos, doble camiseta, fajas apretadas en el pecho y hasta suéteres gruesos en temporada de calor, pero no hay prenda que sujete y controle el despertar de mis tetas. No hay amarre que impida que ellos se manifiesten, incluso he pensado que mis pezones tienen vida propia, pues quieren que todo el mundo los reconozca y los goce con la mirada: ¡se ven, se sienten, mis tetas están presentes!
Los saltos del transporte público, un aroma en el camión, el roce de algún hombro en el vagón de metro o simplemente el imaginar a mi pareja besándome el cuello basta para que broten mis más puros sentimientos e inmediatamente me aflore el pezón y hasta se me moje el calzón.
Estoy desesperada, no puedo seguir viviendo presa de mis erecciones pezonales. Estoy enloqueciendo, pues en recientes fechas ya no nada más me conformo con sentir mi erección, sino que hasta la estimulo más, pues a discreción me meto la mano en la blusa para pellizcarlos y endurecerlos al máximo.

miércoles, 1 de junio de 2011

Índice


Estoy casado hace tres años y me encanta que mi esposa me meta el dedo en el ano, sentir su uña en la profundidad de mis entrañas me hace revolcarme de placer.
Tengo eyaculadas como pocos hombres, cada vez que Amanda, mi mujer, mete en mi cola su dedo índice, mi humanidad se estremece y salen cantidades increíbles de semen. Puedo bañarle la cara con mi caliente líquido después de que ella hace su escatológica maniobra.
Me gusta explorar en el sexo, eso de que me dedeara empezó como un juego, ella sin querer bajó sus manitas y con un movimiento repentino me metió el dedo pequeño; sentí que me doblaba de placer, nunca antes había experimentado algo así.
Afortunadamente somos una pareja muy comunicativa, yo le doy a ella lo que necesita: la penetro efusivamente al mismo tiempo que le chupo los pezones hasta que se viene, esto a cambio de que use sus deditos magistralmente por donde defeco.
Me deleita disfrutar sus movimientos en mi ano, hemos descubierto que si gira el dedo que me introduce hacia abajo y lo mete a más profundidad estimulando mis entrañas me vuelvo loco de placer. Ella, como toda una experta, se pone en un santiamén el guante y el lubricante para culminar la faena donde yo grito fuertemente de placer.
Creo que mi gusto porque me dedeen no le hace daño a nadie, bueno, eso al menos pensaba yo hasta hace poco que ocurrió lo que nunca antes. Amanda decidió embellecerse las manos para lucir sus dedos en la faena sexual que me gusta y se puso uñas postizas, unas hermosas uñas decoradas con cristales y piedrecitas de color rojo.
Esa noche nos enfrascamos en un encuentro sexual intenso, nos entregamos al sexo frenéticamente, y por la prisa de la calentura ella no alcanzó a ponerse los guantes de látex. Eso sí, sentir una de sus garras dentro de mi ano y las otras rasguñando mis nalgas fue increíblemente placentero.
El encuentro terminó después de que ambos logramos venirnos dos veces. Pero mi satisfacción se convirtió en espanto al ver su cara y al mostrarme su mano... ¡le faltaba una uña!
La buscamos infructuosamente por toda la cama, no la encontramos, y descubrimos horrorizados que se quedó dentro de mi ano; mi recto es ahora su nuevo hogar.
Estoy preocupado, mi cuerpo no la ha expulsado de manera natural, aunque me he purgado. Siento que algo extraño se está generando en mi organismo, pues ahora siento un poco de dolor al defecar.
Mauro

Pellizco


Muy al contrario de la mayoría de los hombres, me encanta pellizcarme los testículos para sentir placer, cada vez que me estoy masturbando uso la mano izquierda para jalarme con las uñas la piel de mis gumaros. Esa mezcla de placer y dolor provoca en mí orgasmos explosivos, empiezo pellizcándome quedito y después subo la intensidad hasta el grado de dejar muy adolorida la zona, me retuerzo de placer y de dolor, es algo único. Mi gusto por estimularme agresivamente los huérfanos ha empezado a repercutir en mi vida diaria, pues he descubierto que está tan afectada la zona genital que ya hasta me produce dolor sentarme o rozarme con la costura del pantalón. No quiero dejar de sentir ese placer tan loco, aunque tampoco deseo que mis compañeros de la oficina piensen que sufro de hemorroides por no querer estar mucho tiempo sentado en mi silla en el trabajo

Con los dedos de una mano


Actualmente soy la sin amigas, me he quedado sola, ellas se alejan de mí por mi habilidad en el sexo. Yo era una mujer afortunada, presumía que tenía amigas suficientes como para contarlas con los dedos de una de mis manos; con ellas compartía mis intimidades y les contaba todas mis aventuras amorosas. Mis amigas al escucharme se asombraban y aplaudían que fuera tan versátil en las artes amatorias. Poco a poco ellas se fueron alejando sin razón, no entendí por qué de la noche a la mañana Lety dejó de hablarme, lo mismo sucedió con Carolina, Sara, Liset y por último Verónica; esta última fue la única que tuvo el valor de verme a la cara y decirme por qué ya no me quería como su amiga. Soy muy hábil en el sexo, cuando estoy con un hombre me transformo en una profesional de la cama y lo complazco con movimientos y faenas inimaginables. No hay amante que no me recuerde por lograr que se venga a chorros. Vero me dijo que ya no quería mi amistad porque era muy cogelona, que temía, igual que las demás chicas, que les bajara el novio, pues sus hombres sabían por chismes que soy una experta en el sexo. El desprecio de mis supuestas íntimas me duele, ya no tengo con quien compartir mis proezas sexuales, y aunque me lastima que me señalen como la sin amigas, mi desempeño en la cama sigue siendo fantástico. Andrea

lunes, 2 de mayo de 2011

Avena caliente



Tengo serios problemas con la avena, no puedo controlar la imperiosa necesidad de tomarme una taza bien caliente de este cereal después de tener rico sexo. Aunque es un alimento saludable que hasta me puede hacer perder peso, ha comenzado a traerme problemas con mi pareja, pues después de que acabo exhausta por una noche de sexo desenfrenado, me levanto hasta desnuda a prender la estufa para echarme un rica taza de avena natural, pero mi novio me reclama por dejarlo solo en la cama cuando él sólo quiere acurrucarse de cucharita. El sexo con mi pareja desde hace algunos meses es maravilloso, yo tengo hasta orgasmos múltiples, gimo y me revuelco de placer cuando lo tengo montado sobre mí. Aunque él es un experto en la cama, siento que no estoy completamente satisfecha hasta que no ingiero avena, ésta me tranquiliza y me hace feliz, me recuerda la época en que mi madre, en paz descanse, nos sentaba a tomarnos un plato de avena antes de ir a dormir.

Seco


Me encanta venirme, no desperdicio ningún momento del día para jalarle el pescuezo al ganso y sentir cómo sale el semen de mi miembro. Creo que tengo un serio problema de masturbación, pues me encanta estimulármela cada vez que tengo oportunidad. El problema es grave, ya hasta un brazo se me ve más ponchado que el otro de tanto que me la estiro. Antes esperaba la noche para hacerlo solo en mi cuarto, ahora aprovecho hasta los cubículos del baño para escupir mi veneno y temo que esto me meta algún día en problemas con la autoridad. Ya hasta traigo pañuelos desechables en mi pantalón para limpiar el semen que sale, que por cierto cada vez es menos. Temo por mi descendencia, pues de tanto masturbarme pienso que me puedo secar o de plano acabarme la dotación de semen que me corresponde y ya no pueda tener hijos en un futuro.

Graduada


La toga y el birrete me excitan al punto de que sólo de pensar en esas dos prendas que usan los graduados en sus ceremonias se me moja la pantaleta.
Tengo años trabajando como encargada en una tintorería, y uno de nuestros principales clientes es una empresa que se encarga del alquiler de togas y birretes para los universitarios que acaban de culminar sus estudios y que desean lucir de gala en la entrega de sus reconocimientos o la tradicional foto de generación.
Aunque estoy encargada del área de mostrador, las prendas pasan por mis manos a la hora de entregarlas y a la hora de recibirlas, así fue como inició mi cochina fantasía.
Un día, cuando ya me disponía a cerrar el local, llegó Carlos, el encargado de la ropa de alquiler, a dejarme cien delicados atuendos para lavar. Yo los recibí y en las prisas no me percaté de que sin querer me quedé con una de las prendas sobre mi hombro mientras las contaba, y para no volver a abrir los candados decidí llevarla a casa.
Ya en mi casa me vino la idea de usarla mientras cabalgaba a mi marido. La idea de que él me viera vestida de universitaria recién graduada me ponía muy cachonda. Esa noche me orgasmeé como hace mucho no y él quedó casi con los testículos exprimidos de tanto que se vino.
Me quedé dormida después de horas de fornicar, estaba contenta de que una prenda tan insignificante me pusiera tan caliente como para chupársela a mi marido. Él se vino en mi cara y por supuesto en el cuello de la toga.
Al otro día discretamente puse la prenda entre el montón a lavar y me sonrojé al escuchar a Fátima, una de las lavanderas: "¡Mira nada más, hay semen en el cuello, estos muchachitos no respetan que es ropa de alquiler!".
Aunque las lavanderas se han quejado de manchas y olores a sexo en esa ropa, yo no resisto la tentación de llevarme el atuendo completo de graduado a mi casa para que mi macho me penetre hasta que yo ya no aguante las rozaduras por fricción de su miembro.
Desdes esa fecha sólo espero que llegue Carlos a llevarme más prendas a lavar. Disfruto mucho treparme al miembro de mi hombre usando medias de liguero debajo de la toga, me retuerzo de placer sólo al imaginarme que me estoy graduando en las artes de la fornicación, y hasta me deberían dar un reconocimiento por ello.
Ana

martes, 15 de marzo de 2011

Medias


Hay quien prefiere medias, o completas horas, es gusto de cada quien.

Un clásico


Quién diga que no los ha leído, no sabe de la mini excitación...
Nota: Un aplauso de pie para las cabezas de portada.

Vergüenza



Hasta en los animales existe...pero en las fieras sólo es un movimiento de casualidad.

Vouyerista


¿Qué hay detrás de la puerta?
Para descubrirlo, sólo necesitas penetrar al interior

Por una nariz


Tremenda decepción me llevé en la pantalla de la computadora: Dora se veía bien buena, pero en persona hasta parece que tiene nariz de bruja. Después de un mes de chatear con mi amiga Dora decidí que era tiempo de romper el hielo y ver en persona los dos melones que adornaban sus blusa y llenaban mi pantalla a la hora de conectarnos, quería cerciorarme de que Dora tenía cuerpo de superponedora. Los melones de la susodicha eran tal cual los había visto en la cámara de mi computadora, pero mi sorpresa fue gigantesca al ver de perfil su aguileña nariz, era tan grande que incluso llegué a imaginar que con ésta se abría paso cortando el viento. Sus tetas me enloquecían y por más que intentaba seguir viéndolas mientras ella hablaba conmigo emocionada por el encuentro, su nariz se hacía presente al grado de que llegó a incomodarme cómo se le asomaban los pelos dentro de ella. Quisiera seguir tratando a Dora, pues no tengo otra idea en la cabeza más que la de meter mi reata entre sus dos chichis. Se me pone duro sólo de imaginar lamer sus pezones, pero se me pone flácido al recordar su horrible nariz. Mi pene dice que me eche a Dora, la ponedora, pero muy al contrario, mi cerebro grita que no me acerque a Dora, nariz de aspiradora.

Dos de tres caídas sin límite de tiempo


Soy tan aficionada a la luche libre que ardo en deseos de que mi novio me haga el amor usando máscara. Tan sólo de pensarlo me mojo la pantaleta. Me encanta cómo se dan sus azotones en el ring, me excitan tanto los atuendos de los luchadores que cada vez que voy a la arena México me pongo muy caliente, al grado de que quiero ir a los camerinos de alguno de los rudos para que me haga una que otra llave mientras me la mete por detrás. Soy tan adicta a la lucha que no me pierdo ningún día del aficionado o lucha de campeonato, me encanta ver los lances y las machincuepas de los gladiadores. Me gusta tanto la lucha libe que incluso estoy pensando en decirle a mi novio que por favor me haga el amor con alguna de las máscaras que he comprado. Aunque Carlos y yo ya tenemos varios meses saliendo juntos y comparte mi gusto por el espectáculo luchístico, no me atrevo a sugerirle que me la deje ir mientras usa una máscara de Blue Demon, además, tengo miedo de que si acepta me ponga muy ruda a la hora de la hora y le dé uno que otro pierrothazo y me lo descuente. Andrea

Estuvo de peluche...


Me gusta venirme en el peluche, y no me refiero a tirar toda mi maldad sobre los pelos de la cola de las morras, sino a que me gusta aventar mis mocos sobre los peluches que adornan alguna que otra cama.
Esa maña la agarré en casa de mi novia cuando un día me encontraba solo en su cama. Ella se metió a bañar después de que sudamos al echarnos un buen paliacate. El osito que yo mismo le dí el día de su cumple fue el culpable, sus ojitos se clavaron en mi reata y fue yo quien adivinó que él también deseaba que le diera para sus tunas.
Lo tomé del cuello y después de frotármelo contra el mastuerzo empecé a masturbarme con él. Al principio sí me costó trabajo acostumbrarme a la sensación de los peluches del oso, pues calentaban mi fierro, pero despuecito ya le agarré la maña.
Se la dejé ir y mi placer crecía, pues las orejitas del peluche rozaban mis tanates. Yo estaba tan caliente que incluso llegué a poner los ojos de huevo al venirme. Le eché los mecos a la boca sonriente del oso, y al ver que lo dejé todo embarrado sonreí de placer y gusto, pues no sólo había tenido semen para mi morra, sino también para su mascota peluda.
Desde entonces no discrimino ningún peluche: chiquitos, grandes, ojones, sonrientes o con cara de enojados, me sirven para consolarme después de parchar. Tengo la incontrolable necesidad de echarle el engrudo a cualquier muñeco inmediatamente luego de sacársela a mi mujer, y si no lo hago siento que todavía traigo cargada la pistola.
Mi nena ya no quiere dejarme matar su oso a puñaladas, al chile me dice que siente celos de que me guste más el peluche de su oso que el áspero de su cola. Me insiste en que deje de mequear sus monos y hasta me ofrece rasurarse el chango si es que quiero sentir que algo me raspe la pinga como sucede con los muñecos.

martes, 1 de febrero de 2011

Colchón


Estoy por casarme y tengo un problema de apego a las revistas para adultos. Bajo mi colchón descansan colecciones completas de revistas porno donde se pueden apreciar mujeres mostrando sus más íntimos recovecos al abrir las piernas. Es mi preciado tesoro y estoy en un aprieto, pues mi chava está a unos días de venir a vivir conmigo y se dará cuenta de mi tesoro bajo el colchón. No quiero deshacerme de mi fortuna literaria, pero tampoco deseo que ella crea que soy un degenerado. ¿Qué hago, me aprieto uno y la vendo, la guardo o ya de plano le cuento a Celeste que su hombre gusta de ver a viejas encueradas en revistas para adultos?

Boca de terciopelo


Soy sastre y entre tantas tareas y texturas mi mente ha fabricado un sueño recurrente: al cerrar los ojos y dormir imagino que me fabrico una mujer. El sueño siempre comienza más o menos igual, me veo sentado frente a una máquina de coser con pliegos y pliegos de tela suave de mujer, tersa, blanca y lista para ser cortada y cosida por mis experimentadas manos. Manipulo la piel y con precisión de relojero me confecciono una mujer de dimensiones de diosa para mis pasiones. Le pongo senos grandes y redondos, nalgas firmes y abultadas, caderas estrechas y suaves, le coso con botones negros ojos profundos y con terciopelo rojo le diseño la boca. Es una bella creación, una mujer de colección primavera-otoño. Disfruto mi sueño, dormido siento mi erección, mi piyama incluso está húmeda, pues he empezado a lubricar, pero justo cuando estoy dispuesto a penetrarla, a disfrutar de mi creación, despierto.

El llanto


Tengo veintisiete años... y creo que sufro de depresión sexual.
Estoy desesperada, pues desde hace años vengo presentando una conducta extraña después de tener sexo. Estoy asustada, ya que luego de copular me pongo a llorar sin control.
Esto se presentó exactamente hace cuatro años, justo al terminar con mi novio, y sí, terminar de todas todas, pues después de que culminamos el acto amoroso, es decir, de hacer el amor, él me dijo cínicamente mientras yo aún estaba desnuda en la cama que era la última vez que tendríamos pasión, pues ya no quería mantener una relación amorosa conmigo; me terminó en todos los sentidos.
Yo me quedé en la cama impactada, no creía lo que acababa de pasar. Él me había cortado cuando aún estaba húmeda mi entrepierna, cuando aún podía sentir el estremecimiento del orgasmo que me había provocado sus embestidas. Me quería morir y hasta pensé en el suicidio.
Caí en una fuerte depresión, no sabía con certeza si volvería a disfrutar del sexo con otra persona. Pasó el tiempo y conocí a Jesús, él me ayudó y con el paso del tiempo y gracias a su cariño volví a entregarme en la cama. Mi primera vez con Jesús resultó casi una experiencia religiosa y de milagro logré mi preciado orgasmo.
Él estuvo divino, me trató como una reina. Debo admitir que gocé como nunca, que los movimientos de su cadera cuando me penetraba me hicieron ir de paseo al cielo. Tuvimos un simultáneo orgasmo, ambos nos miramos sonriendo y fue ahí que entró en mí un pánico y me puse a llorar sin control. No hubo acción por parte suya que calmara mis lágrimas, estaba sin dominio.
Esa historia se repitió cada vez que él u otros hombres me provocaban un orgasmo y fue entonces que pedí ayuda profesional. Mi terapeuta escuchó mi caso y sin más explicaciones me recetó ansiolíticos y antidepresivos, que tomo actualmente, aunque éstos han comenzado a cambiar mi personalidad, no soy la misma mujer activa y con iniciativa en la cama de antes.
Tengo que medicarme antes de estar con un hombre en la cama, no quiero espantarlo con mi llanto después de que minutos antes me hace gritar de placer al sentir un orgasmo. No hay caballero que quiera permanecer junto a mí luego de sudar las sábanas, hasta Jesús me abandonó, él que era tan compresivo y amoroso perdió la fe.