martes, 22 de noviembre de 2011

Anzuelo


Les tiro el anzuelo para ver que pesco, espero que alguno que otro atrape en sus entrañas alguna sensación placentera al leer o ver algo en este sitio, y ya entrados en confianza, la compartan...

Imagen...



Algunas imágenes dicen más que la redacción de mil párrafos.

Culpa...


Soy una fornicadora exprés: siempre después de parchar me suelto a llorar a moco tendido del puro remordimiento. Soy joven y no de malos bigotes, tengo mis buenas nalguitas y mis bien proporcionadas tetas, armas listas para seducir a hombres calientes. Aunque mis encantos nunca fallan, sí lo hacen mis sentimientos después de fornicar, pues inmediatamente de que tengo el orgasmo más rico del universo me suelto a llorar por la culpabilidad. Mi chillido es tan intenso que incluso muchos de mis compañeros sexuales se sientan a mi lado a abrazarme ofreciendo disculpas, pues creen que su miembro me ocasionó algún daño interno. No tengo cara para explicarles que su miembro no es de dimensiones extraordinarias y que su desempeño deja mucho que desear, no tengo las palabras para explicarles que se me salen las de cocodrilo porque los orgasmos me producen tanto placer que me siento culpable, no merezco gozar de esa manera. Ana

Confesión...



De día soy Javier y de noche, Jacaranda. Ya no puedo con esta doble vida, mi esposa está comenzando a sospechar, pues encontró unas pestañas postizas en mi cartera. Ella cree que tengo una amante y hasta me ha pedido el divorcio; no entiende que yo la quiero, pues es la única mujer, aparte de Roberto, que me la pone dura, y no la quiero perder. Estoy desesperado, pues no quiero perder a mi macho picador y tampoco el amor de mi mujer. Yo le he jurado que no se la meto a otra, y eso es verdad, pues me la meten a mí. Los músculos y los muslos de mi Robert son bien diferentes a los de Gina. Ya no puedo seguir poniendo pretextos para salir de noche para que me den mi empujón de tripas, Gina ya no cree el cuento de que en mi chamba hay auditorias exhaustivas por lo que no puedo ni contestarle el teléfono. Estoy desesperada... perdón, desesperado, pues no sé si esto de transformarme en Jacaranda sea pasajero. Todo empezó como un juego cuando compré unas pestañas postizas para disfrazarme en Día de Muertos.

Mirar...


Soy Ernesto y, neto, soy bien lujurioso, me encanta treparme a los puentes peatonales a verles las tetas a las mujeres que pasan por debajo.
Paso horas contemplando cómo esos bondadosos pedazos de carne se mecen al ritmo de la caminata, yo me coloco arriba de un puente y simplemente aprecio desde las alturas los generosos escotes que pasan debajo de mí.
Esto empezó hace poco, cuando esperaba a una amiga en uno de los puentes peatonales; quedamos en vernos arriba del puente, pues así no nos perderíamos entre la multitud. Llegué antes a la cita y vi cuando ella y sus tremendas chichotas se acercaban al encuentro, ver cómo esos dos volcanes se acercaban a mí me ocasionó una erección.
Se me caía la baba al apreciar desde mi posición de altura esos tremendos chicharrones. Desde mi perspectiva imaginaba que Beti, mi amiga, me hacía una rusa, sí, que mi pistola bien dura se metía por entre sus tetas hasta que me viniera, y luego le echaba el semen en su carita bonita.
Pasé una tarde difícil, pues no podía quitarme esa imagen satelital de la mente, incluso tuve que echarme unos alcoholes para poder olvidar esa fotografía panorámica tetánica. La tarde siguiente aún estaba muy caliente y decidí subir a otro puente peatonal, quería investigar si se repetía la erección por visualización.
Mi sorpresa fue mayúscula, pues se me puso duro el pirrín cuando aprecié desde las alturas a una chava en camisetita deportiva. Se le veían unas tetitas firmes, chiquitas pero bien duritas; yo no me contuve y me di unos apretones, quería masturbarme en ese momento.
Ahora ando por la ciudad buscando los puentes de mayor cruce. Me coloco arriba, específicamente al inicio de la escalera, para ver cómo se mueven las tetas de las mujeres que suben. Muchas de ellas, apuradas por el tiempo, no se dan cuenta del generoso espectáculo que dan sus chichis.
No importa si no traen escote, me he hecho tan experto para apreciar las glándulas mamarias que incluso si las cubre un suéter pegadito puedo apreciar cómo se les mueven dentro del sostén para hacerse presentes. Saltan temblorosas de su prisión para que alguien las vea y vaya a su rescate.
He llegado a pensar que en el fondo todas las tetas claman por ser apreciadas, les gusta que las admiren y por eso casi saltan jubilosas a cada paso que da su portadora. Incluso me he asombrado al ver cómo uno que otro pezón se hace presente ante mi mirada, se erectan en tono de agradecimiento ante mi reconocimiento mamario.

martes, 1 de noviembre de 2011

Retorcida


Tengo orgasmos sólo cuando me la meten como yo quiero. Es complicado llegar a la posición correcta, pero con mis precisas indicaciones logro al fin tener un explosivo orgasmo. La posición yo la he bautizado como "el ángel del placer" y va así: me tengo que acostar con las nalgas al filo de la cama, sólo mi espalda y cabeza reposan en el colchón. Debo estar bocarriba con una pierna estirada sobre el pecho de mi picador, mi tobillo debe quedar aproximadamente en su hombro, la otra pierna debe ser como una tenaza que rodea las nalgas de él. Levanto mi pelvis hasta que quede a la altura de su miembro para que él me penetre al mismo tiempo que pellizca mi clítoris, pezones y me da empellones, a la par que yo hago movimientos convulsos. Es indispensable para lograr mi orgasmo sentir cómo sus huevos golpean mis nalgas; y si él me mete un dedo al ano estoy de gane, pues el orgasmo es mucho más increíble que si nada más me escupe las chichis. Sé que es complicada la faena, pero si lo logro tengo un orgasmo siempre mejor al anterior. ¿Estoy mal? ¿Tengo la mente retorcida?

Chueco


Tengo veintinueve años y creo que soy un asesino en potencia, las mujeres se quejan de mis movimientos en la cama, pues mi reata las lastima al borde de hacerlas llorar... porque la tengo chueca.
Llevo algunos años tratando de encontrar a la mujer que le guste mi chilín chueco, hasta ahora no he encontrado a la fémina que acepte gustosa mi miembro inclinado, todas acaban adoloridas y sin ganas de volver a tener sexo conmigo.
Mi pene está chueco desde nacimiento y, según por lo que recuerdo que me dijo mi madre cuando era pequeño, esta inclinación no me tendría que traer problemas, claro que mi madre santa qué iba a saber si nunca lo vio completamente erecto y, por ende, completamente chueco.
La inclinación de mi miembro es increíble, cuando está completamente duro parece una señal vial de curva pronunciada. Yo no tengo dolor alguno ni molestia con mi miembro, incluso cuando me masturbo me encanta imaginar que él me abraza la mano en señal de cariño.
Me estoy convirtiendo en un ermitaño del sexo, pues prefiero jalarle el pescuezo al ganso que metérsela a alguna mujercita. Mi peor pesadilla es que mi miembro vaya a matar a mi compañera de cama perforándole los intestinos, sufro al imaginar mi chile lleno de sangre del asesinato.
Estoy tan desesperado que incluso he llegado a pensar que las mujeres no son para mí, no quiero destrozarle la vagina a alguna inocente calenturienta y que por mi culpa no pueda llegar a convertirse en madre.
La cosa no para ahí, pues estoy tan desesperado por lo chueco de mi pene que incluso he llegado a pensar que mi reata fue hecha para machines; sí, he pensado que tal vez si se la meto por el ano a algún quebradito pueda que no ocasione tanto daño, tal vez mi destino es ser un soplanucas.
En la actualidad tengo cuatro meses saliendo con Carla, es una muchacha buena que conocí en la parada del camión; me he enamorado como colegial, me late mucho su forma de ser y mucho más su cuerpo, deseo recorrerlo con mi lengua y darle todo el placer que se merece.
Ya hemos fajado una que otra vez y ella ha sentido mi reata por encima del pantalón; yo estoy enloquecido de caliente y sólo pienso en llevar a Carla a mi departamentito para sacarla y metérsela con todo y bolas. Pero tiemblo de miedo al imaginar que la lastimo o, peor aún, que la mato de tantas encajadas de chile chueco que le doy.
Gaby, necesito desesperadamente un consejo: ¿qué hago? ¿Mi camino será el celibato o convertirme en un asesino de vaginas, o ya de plano en un empujafrijoles de machines?
Roberto

De lado la canoa


Estoy asustado, no sé si lo que sentí al verle las nalgas a Mauricio signifique que se me va chueca la canoa y soy jotín o que de plano estaba muy caliente, pues tengo tiempo sin fundita. Estaba a la mitad de la cancha de fucho cuando vi a mi cuate, quien por cierto tiene tremendas nalgas, agacharse a acomodar el balón para despejar. Ver ese trasero me emocionó, y sin querer queriendo se me alborotó el pispirrín. Para disimular mi erección tuve que inventar un calambre para irme a la banca un rato, no era de hombres correr con el molinillo a punto de turrón. Ya en la banca traté de calmar a la bestia y le di unos apretones, parecía no ceder a la flacidez y peor cuando mi vista se volvió a fijar en la retaguardia de mi cuate, se me puso otra vez derecha y tuve que ponerme la toalla de Nacho, un compa, para evitar que la porra se diera cuenta de que toda la sangre de mi cuerpo se encontraba entre mis piernas. No logré domar a la fiera y de tanto tiempo que pasó hasta se acabó el juego, tampoco pude quitarme las imágenes de las nalgas del Mau mientras se la metía. Desde entonces le doy la vuelta a mi amigo, he dejado incluso de ir a echar ron con él, tengo miedo de que se me vaya chueca la manita y en una de ésas en la peda acabe aderezándole el agujero.