lunes, 2 de mayo de 2011

Avena caliente



Tengo serios problemas con la avena, no puedo controlar la imperiosa necesidad de tomarme una taza bien caliente de este cereal después de tener rico sexo. Aunque es un alimento saludable que hasta me puede hacer perder peso, ha comenzado a traerme problemas con mi pareja, pues después de que acabo exhausta por una noche de sexo desenfrenado, me levanto hasta desnuda a prender la estufa para echarme un rica taza de avena natural, pero mi novio me reclama por dejarlo solo en la cama cuando él sólo quiere acurrucarse de cucharita. El sexo con mi pareja desde hace algunos meses es maravilloso, yo tengo hasta orgasmos múltiples, gimo y me revuelco de placer cuando lo tengo montado sobre mí. Aunque él es un experto en la cama, siento que no estoy completamente satisfecha hasta que no ingiero avena, ésta me tranquiliza y me hace feliz, me recuerda la época en que mi madre, en paz descanse, nos sentaba a tomarnos un plato de avena antes de ir a dormir.

Seco


Me encanta venirme, no desperdicio ningún momento del día para jalarle el pescuezo al ganso y sentir cómo sale el semen de mi miembro. Creo que tengo un serio problema de masturbación, pues me encanta estimulármela cada vez que tengo oportunidad. El problema es grave, ya hasta un brazo se me ve más ponchado que el otro de tanto que me la estiro. Antes esperaba la noche para hacerlo solo en mi cuarto, ahora aprovecho hasta los cubículos del baño para escupir mi veneno y temo que esto me meta algún día en problemas con la autoridad. Ya hasta traigo pañuelos desechables en mi pantalón para limpiar el semen que sale, que por cierto cada vez es menos. Temo por mi descendencia, pues de tanto masturbarme pienso que me puedo secar o de plano acabarme la dotación de semen que me corresponde y ya no pueda tener hijos en un futuro.

Graduada


La toga y el birrete me excitan al punto de que sólo de pensar en esas dos prendas que usan los graduados en sus ceremonias se me moja la pantaleta.
Tengo años trabajando como encargada en una tintorería, y uno de nuestros principales clientes es una empresa que se encarga del alquiler de togas y birretes para los universitarios que acaban de culminar sus estudios y que desean lucir de gala en la entrega de sus reconocimientos o la tradicional foto de generación.
Aunque estoy encargada del área de mostrador, las prendas pasan por mis manos a la hora de entregarlas y a la hora de recibirlas, así fue como inició mi cochina fantasía.
Un día, cuando ya me disponía a cerrar el local, llegó Carlos, el encargado de la ropa de alquiler, a dejarme cien delicados atuendos para lavar. Yo los recibí y en las prisas no me percaté de que sin querer me quedé con una de las prendas sobre mi hombro mientras las contaba, y para no volver a abrir los candados decidí llevarla a casa.
Ya en mi casa me vino la idea de usarla mientras cabalgaba a mi marido. La idea de que él me viera vestida de universitaria recién graduada me ponía muy cachonda. Esa noche me orgasmeé como hace mucho no y él quedó casi con los testículos exprimidos de tanto que se vino.
Me quedé dormida después de horas de fornicar, estaba contenta de que una prenda tan insignificante me pusiera tan caliente como para chupársela a mi marido. Él se vino en mi cara y por supuesto en el cuello de la toga.
Al otro día discretamente puse la prenda entre el montón a lavar y me sonrojé al escuchar a Fátima, una de las lavanderas: "¡Mira nada más, hay semen en el cuello, estos muchachitos no respetan que es ropa de alquiler!".
Aunque las lavanderas se han quejado de manchas y olores a sexo en esa ropa, yo no resisto la tentación de llevarme el atuendo completo de graduado a mi casa para que mi macho me penetre hasta que yo ya no aguante las rozaduras por fricción de su miembro.
Desdes esa fecha sólo espero que llegue Carlos a llevarme más prendas a lavar. Disfruto mucho treparme al miembro de mi hombre usando medias de liguero debajo de la toga, me retuerzo de placer sólo al imaginarme que me estoy graduando en las artes de la fornicación, y hasta me deberían dar un reconocimiento por ello.
Ana