lunes, 15 de junio de 2009

Agua tibia

Me he creado una fuerte relación con el agua de la llave de mi cocina, aprovecho hasta el mínimo momento para llevar a mi chava a ese lugar para que me masturbe con su mano mojada.
Todo empezó como un accidente, como un juego muy sencillo mientras ella lavaba los trastes después de cenar. Me acerqué a su rostro para darle un tierno beso y como respuesta tuve una fuerte mordida en mi labio.
Me excité enseguida, mi pene se abultó en el pantalón, pedía a gritos silenciosos salir de su aprisionado calzón. Continué besando a Regina, ella se volteó hacia mí no sin antes intentar infructuosamente cerrar la llave del lavabo.
Mientras la abrazaba y le agarraba las nalgas escuchaba cómo escurría un delgado hilo de agua tibia. Le metí la lengua a mi chava y la intensidad de sus besos se dejó venir en aumento, ahora me mordía la lengua y yo le decía que estaba bien buena.
Para ese momento yo me di maña para sacarme el miembro, estaba empezando a lubricar. Le bajé el pantalón y vi su tanga, era color verde y tenía un moñito pequeño que la hacía lucir muy sexi. Se la bajé y dejé al descubierto los vellos que adornan su pubis.
Estaba enloquecido besando su cuello cuando de pronto sentí su mano húmeda rodeando mi pene: tomó agua con su mano y con ella empezó a masturbarme.
Sentir tanta humedad me hizo recordar su vagina mojada cuando está muy caliente, entonces me puse como loco, pues era mucho el placer que sentía. Yo gemía y no podía concentrarme en otra cosa que no fuera esa humedad.
Con voz entrecortada le dije que lo estaba haciendo muy bien, que estaba a punto de venirme. Yo seguía gimiendo sin control, no me importó que estuviera la ventana abierta y que los vecinos continuos escucharan mis gritos de placer.
Regina estaba tan excitada al ver mi reacción que siguió mojando mi miembro para no perder la lubricación; fue entonces que decidió unirse al húmedo evento. Puso la mano abajo del chorrito de agua, tomó una poca y se la vació sobre los pezones, éstos inmediatamente se marcaron por debajo de la playera, yo me volví tan loco al verlos que inmediatamente eyaculé.
Desde entonces el agua de la llave de la cocina ha formado parte de mis encuentros sexuales, pero mi mujer ha empezado a inconformarse. Afirma que aunque es excitante incluir el agua en el sexo, no es necesario que lo hagamos en la cocina, que le da miedo que en uno de nuestros encuentros incluyamos algún filoso cuchillo.
Víctor

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