miércoles, 26 de mayo de 2010

Con las manos en la masacuata...

Tengo cuarenta y cuatro años, soy chilango hasta los huesos y me encantan las fritanguitas de mi vecinita. Vivo en un vecindad no tan tirada a la perdición en un barrio popular, soy gente del pueblo y como tal soy adicto a los tacos, quesadillas, sopes, pambazos y hasta a las gorditas de chicharrón con harta cebolla y salsa.
Mi adicción por la comida hecha a base de masa fue lo que me llevó a gratinarle la memela a mi vecinita del 5, Lola, la quesadillera. Fue increíble que esa buena venida haya empezado con un rechinar de tripas de mi panza.
Ya eran las doce del día y me levanté tarde, pues salí tarde de la chamba debido a que ya teníamos varios días en inventario partiéndonos el lomo, por lo que el patrón decidió darnos el día para reponernos de la joda.
Me levantó la hambruna y acudí a la salida de la vecindad a pedirle a la rica Lola que me preparara mis acostumbradas quecas, pero me encontré con la mala noticia de que ya no tenía masa. Mi tripa no cesaba de quejarse y un rechinido que salía de mi panza la hizo compadecerse de mí y acceder a prepararme mis alimentos siempre y cuando le ayudara a traer la masa.
Fuimos por la mezcla de maíz, sal y agua y ella le estaba dando los últimos toques para que quedara en su punto cuando no contuve más mi calentura al ver sus nalgas moverse frente a mí y le dejé ir la mazacuata cuando ella tenía las manos en la masa. Se la metí hasta el fondo hasta que me vine sobre sus nalgotas. Lola, sorprendida pero gustosa, no dejaba de gemir al mismo tiempo que apretaba la masa entre sus dedos. Se limpió mi leche e inmediatamente después me preparó mis quesadillas, y ya no tuve que comerlas parado en la calle a un lado del puesto, sino en la comodidad de su casa con todo y la televisión prendida.
Desde ese día no puedo dejar de pensar en la quesadilla peludita de Lola, me trae loco su aroma y hasta sus masas. Se me pone dura la reata al verla lavar su puesto garnachero, me vengo casi instantáneamente cuando veo el vaivén de sus tetas cuando talla el piso con su escoba para quitar la grasa. Neto

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