viernes, 4 de mayo de 2012

Arrepentimiento...

Me siento miserable, le fallé a mi madre, pues no cumplí mi voto de castidad para llegar virgen al matrimonio y cedí ante la petición de Verónica en pleno faje. Tengo años resistiéndome a la penetración, la masturbación para mí era el desahogo a todas mis frustraciones sexuales. Vengo de una familia muy conservadora y mantengo una estrecha relación con mi madre, quien es la coordinadora de las actividades sabatinas en la iglesia de la colonia. A ella le prometí mantenerme célibe hasta encontrar a la mujer con la cual me casaría. Teme que yo me contagie de quién sabe qué cosa o de que engendre sin estar casado. Yo apoyo su idea, pues creo en el matrimonio y en el sexo con amor... Bueno, eso era antes de conocer a Vero, una compañerita de la universidad. Cedí ante la tentación un sábado por la tarde mientras mi madre estaba ocupada en sus actividades. Vero me miró provocativamente y me besó sin pensarlo mucho. Me metió la lengua y esta jugueteó en mi boca. Yo le correspondí como era debido, pues sentía un gran deseo de experimentar. Inmediatamente sentí cómo mi pene crecía entre mis calzones, se puso bien duro, y ella lo sacó de entre mi cierre y lo acarició. Mi placer creció cuando ella se subió la falda y se bajó los calzones para sentarse sobre mí, y fue entonces que me dijo: "Métemela". Yo simplemente lo hice, y supe lo que era un orgasmo de verdad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario