miércoles, 14 de noviembre de 2012

Abocarse...

Soy Neto y la neta es que tengo un problema severo a la hora de dar placer sexual. Sí, lo admito, soy un chico al que le gustan los hombres, lo sospeché en mi adolescencia y ahora que tengo cumplida la mayoría de edad sé que lo mío son las reatas. Hasta hace poco empecé a explorar mi sexualidad y dejé que por primera vez un hombre me penetrara. No voy a mentir, sentí dolor cuando la cabeza del glande de mi compañero intentaba abrirse paso entre mis nalgas mientras yo apretaba el ano, pues me dolía. Beto, mi hombre, con mucha más experiencia que yo, me recomendó que me relajara y dejara de apretar, pues podía rasgarme; le obedecí y sentí entonces una inmensa presión en mis entrañas, su miembro ya estaba dentro de mi recto y se movía suavemente. Él me la metió, y aunque estaba adolorido me hizo olvidar la molestia de mi parte trasera cuando después empezó a chupármela. Lo hizo tan majestuosamente que pensé de inmediato: ¡esto es lo que yo quiero hacer, quiero provocar este placer inmenso con mi boquita! Un ratito después de que me vine en su boca intenté darle a mi hombre también placer oral, pero desgraciadamente los colmillos de mi boca me traicionaron y en vez de ponerlo a gozar lo pusieron a gritar. Decepción tras decepción he vivido desde entonces cada vez que intento dar sexo oral; no sé si mi desesperación por hacerlo bien o lo filoso de mis dientes son los responsables de que mis amigos íntimos sufran constantes mordidas en sus miembros mientras trato de abocarme al asunto.

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