martes, 23 de febrero de 2010

Arranques...

Tengo las piernas todas embarradas de barniz de uñas y los vellos de éstas se me pegan a la piel. El dolor se ha vuelto insoportable. Necesito ayuda, alguien por favor dígame qué otro remedio existe para evitar que se corran las medias.
Mi excitación es incontrolable cuando mi pareja me arranca las prendas de un tirón. Me vuelvo loca de placer al escuchar que se rasgan mis ropas antes de sentir cómo su miembro viril me parte en dos.
Mi gusto ha comenzado a costarme caro. Primero empecé por pedir que me arrancaran la tanga. El placer fue tal que desde ese entonces en todo encuentro sexual me quedo sin calzones. Fue inocente en ese entonces, pero mi gusto por oír el sonido y el roce de la ropa rota fue cada vez en aumento.
El placer que producía sentir el fuerte tirón de las diminutas bragas no fue suficiente y a mis compañeros de sábanas les ordené que me arrancaran la blusa. El momento era muy excitante y tuve el sexo más genial. El gozo era inigualable, sacarme el premio mayor de la lotería no me hubiera dado la misma satisfacción.
Aunque lo disfruté con múltiples orgasmos, el momento de reflexión vino después, me di cuenta de que no tenía qué ponerme más que la blusa rota sin botones para salir de la habitación de hotel. Eso me hizo cambiar mi perspectiva respecto a las prendas que sí debo solicitar que me arranquen.
Enfoqué mi gusto hacía las pantimedias. Compré varias docenas para que mis amantes en turno las pudieran arrancar para hacerme gemir de placer. Les pedía que me acariciaran las piernas bien depiladas, que sintieran la licra en mis extremidades, que se excitaran al palmar las texturas de rombos, círculos o más que adornaban mis piernas.
Después de las caricias, a mis amantes les pedía que me hicieran un hoyo en la pantimedia para que me la metieran. Sólo en algunas ocasiones un fuerte tirón en la fina tela bastaba para dejar al descubierto mi abundante mata. Yo me la dejaba meter sin freno.
Por supuesto, no usaba tanga para hacer más libre la maniobra. Los pelos de mi pubis mojados humedecían la pantimedia, mis jugos hacían que el tejido se convirtiera en una franela húmeda de mis entrañas.
La cosa estaba bien mientras el tirón caliente fuera preciso, pero no siempre corría con la suerte de que mis amantes tuvieran el tacto de sólo rasgar el lugar indicado para las embestidas, y es que muchas veces de paso jalaban la media dejando horribles líneas sobre mis torneadas piernas.
Mi placer no es el mismo si no me arrancan las medias, pues no experimento multiorgasmos. Mi obsesión porque me las arranquen ha ido en aumento y mi economía, en descenso. Estoy asustada, no hay otra cosa que lleve mi excitación a tope más que mi rutina de acariciar y romper las pantimedias.
Estoy tan embrutecida con el placer que las medias me dan que incluso he empezado a ponerme las rotas una encima de otra, las parcho con esmalte de uñas para impedir que se sigan corriendo, y si es necesario hasta me pongo de dos para evitar que se vean desgarradas.
Tengo los finitos vellos de las piernas pegados entre sí y a la piel, el dolor y la resequedad ya se están volviendo insoportables, mi dermatóloga aconseja dejar de usar barniz, pero yo sólo pido una cosa: ¿me podrían dar otro consejo para parchar mis medias?

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