miércoles, 1 de junio de 2011

Con los dedos de una mano


Actualmente soy la sin amigas, me he quedado sola, ellas se alejan de mí por mi habilidad en el sexo. Yo era una mujer afortunada, presumía que tenía amigas suficientes como para contarlas con los dedos de una de mis manos; con ellas compartía mis intimidades y les contaba todas mis aventuras amorosas. Mis amigas al escucharme se asombraban y aplaudían que fuera tan versátil en las artes amatorias. Poco a poco ellas se fueron alejando sin razón, no entendí por qué de la noche a la mañana Lety dejó de hablarme, lo mismo sucedió con Carolina, Sara, Liset y por último Verónica; esta última fue la única que tuvo el valor de verme a la cara y decirme por qué ya no me quería como su amiga. Soy muy hábil en el sexo, cuando estoy con un hombre me transformo en una profesional de la cama y lo complazco con movimientos y faenas inimaginables. No hay amante que no me recuerde por lograr que se venga a chorros. Vero me dijo que ya no quería mi amistad porque era muy cogelona, que temía, igual que las demás chicas, que les bajara el novio, pues sus hombres sabían por chismes que soy una experta en el sexo. El desprecio de mis supuestas íntimas me duele, ya no tengo con quien compartir mis proezas sexuales, y aunque me lastima que me señalen como la sin amigas, mi desempeño en la cama sigue siendo fantástico. Andrea

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