viernes, 6 de enero de 2012

las mieles del placer

Soy Neto, tengo veintitrés años y disfruto comerme los mecos de mis amantes, no me gusta desperdiciar y siempre les pido que me los echen enteritos en toda mi boquita. El sabor del líquido seminal es muy especial para mi paladar, tanto que antes de tener algún encuentro sexual lavo muy bien mi boca para que ningún sabor de alimento anterior le quite el buqué a la lechita de mis novios. No hay nutriente para mí mejor que los mocos calientes de mis machos, sé que éstos espermas no podrán germinar mi vientre, pero me conformo con pensar que una buena cucharada de ellos calientan mi estómago y luego se dan un paseo por mis intestinos. Creo que mi obsesión no daña a nadie, además no he encontrado quien se rehúse a disfrutar de mis succionadas mientras eyacula. Mi lengua complementa el placer sobre su glande y yo paladeo el sabor de las entrañas de mis machos. Temo que mi obsesión me engorde, he buscado en todas partes sobre el valor nutrimental del semen y no he encontrado nada, necesito saber si estos fluidos lechosos me pueden hacer engordar, no quiero perder la línea y tampoco deseo dejar de disfrutar de las mieles de placer.

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