jueves, 8 de marzo de 2012

Miniatura...

Tengo cuarenta años, mido dos metros de estatura, tengo la barba larga, pies enormes, manos grandes y, por desgracia, un pene que no corresponde a las proporciones de mi envergadura, es decir, lo tengo chiquito.
No me he casado por razones obvias, las damiselas se desilusionan a la hora de verme completamente desnudo. Con mi diminuto amigo no podré retener a ninguna mujer a mi lado, mi lengua y mis manos no siempre son el mejor recurso para quitarles el deseo sexual.
Soy un hombre de corta experiencia sexual debido a mi diminuto soldado. Lo tengo tan chiquito que incluso en una ocasión una prostituta se compadeció de mí y me cobró la mitad de la tarifa, pues dijo que sintió como que nada más le metieron la puntita. Ese día estuve a punto del suicidio.
Otra de mis compañeras me dijo después del encuentro sexual que si de pequeño había tenido algún accidente que me lo hubiera dejado quichito. Me preguntó con brusquedad: "Oye, ¿no te lo habrás rebanado alguna ocasión y ni sentiste?". Ella no daba crédito a que yo tuviera tremendo cuerpo de roperote y que mi miembro fuera una diminuta llavecita de diario de adolescente.
No pasa una hora del día en que no sueñe con que mi miembro viril parta en dos a una mujer de placer. Regreso a mi realidad cando me tengo que masturbar en solitario sobre mi cama y sufro porque mi enorme mano cubre todo mi miembro y hasta mi glande, no es nada sencilla la tarea de estimularme.
Mi reatita es tan pequeña que solo necesito dos dedos para moverla al compás del ritmo masturbatorio, el gordo y el índice son suficientes para cubrir toda su longitud. Cada vez que me la jalo parece que estoy agarrando una pizca de carne y sangre para poder eyacular.
Es una tortura ir a orinar a los mingitorios, pues aunque nadie lo crea, los hombres solemos echar un ojo a la reata que orina a un costado para comparar; muchos hasta se han meado las manos cuando se sorprenden al ver a mi polluelo saliendo de las plumas de pelos para escupir el chorro de orina.
He utilizado todos los métodos que están a mi alcance para agrandarme el pene. Pomadas, pastillas y aparatos raros que se ponen en el miembro no han tenido ningún resultado positivo y sí me han dejado muy adolorida la parte. Estoy muy triste y desilusionado porque la tengo chiquita.
Mi diminuta pistola me tiene deprimido, no hay día en que no piense en que lo mejor para mí es vender el departamento que me dejó mi madre para costear los gastos de la cirugía para agrandarme el miembro o, ya de plano, volverme joto para por lo menos tener una reatota dentro de mí.

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