jueves, 7 de junio de 2012

Bien puerca en la cama...

Estoy entre la espada y la pared, pues no sé qué hacer. Tengo por fin las armas para desenmascarar a mi prima santurrona que se las da de muy santa, pues la sorprendí mientras buscaba un hombre para tener sexo desenfrenado. Siempre me ha chocado que la muy ladina se quite la edad para dizque ser más joven, pues a leguas se le notan los casi cuarenta años que tiene encima, las arrugas de los ojos no mienten. Pero ahora resulta que ella es cinco años más chica que yo aun cuando nacimos el mismo año. Siempre he tratado de no meterme en las cosas que no me importan, pero la valiosa información que poseo le quitaría por fin la imagen de mosquita muerta y célibe que su progenitor le ha hecho en la familia. Para él, todas las demás primas somos unas nalgasprontas. La sorprendí sin querer queriendo, estábamos en su cuarto y por un momento me quedé dormida, instante que aprovechó para entrar a su correo electrónico y, de paso, a una que otra página en las que dan oportunidad de conocer hombres. El ruido del tecleo rápido fue lo que me despertó. Yo medio adormilada vi que se levantó al baño, el sonido de la puerta cuando se cerró fue lo que me despabiló definitivamente. Acto seguido me levanté a curiosear y ver qué la tenía escribiendo tan ansiosamente. Leí: “¡Soy Faby, tengo treinta años y soy bien puerca en la cama. Me gustan los penes grandes que me partan en dos, contáctame!”. Me quedé fría al leer aquella directa confesión, y llena de morbo seguí leyendo: “Vivo por la colonia Roma, estoy dispuesta a abrirme de patas en el hotel que me indiques. Tú pagas el cuarto y yo te chupo el chile y hasta dejo que me la dejes ir. Soy niña bien, cero enfermedades sexuales, solicito que lleves condones de diversas texturas para divertirnos más”. Y Seguía: “No me opongo al sexo anal, me gusta que me empujen el desayuno. Hombres de pito chiquito, por favor, absténgase. Mi teléfono es...”. Escuché desde lejos cómo ella le jaló al escusado y con el corazón apunto de salirse de mi pecho salté sobre la cama y me hice la dormida. Mi pirujita prima salió del baño y se volvió a sentar frente a su computadora. Yo hice ruido e hice como que empezaba a despertar. Ella súbitamente cerró su caliente sesión y se volteó a sonreírme. Le pregunté que qué hacía y la muy hipócrita respondió: “Nada, solo revisando a qué hora es el rosario de la vecina Chepinita, que murió hace tres días y que en gloria esté”. Mi dilema es: ¿acuso a Faby la comepollas gigantes y la desenmascaro de una vez por todas o de plano me pongo pico de cera y me llevo mi secreto hasta la tumba?

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