jueves, 9 de febrero de 2012

Nada más la puntita...

Empecé por besarle el cuello, después le mordí la espalda, bajé lentamente hasta sus nalgas, estas temblaban al sentir mis respiración entre ellas y, sin perder tiempo, metí entre esos dos pedazos de carne mi dedo hasta sentir su húmedo ano. Samanta se estremeció como nunca, su cuerpo completamente desnudo y esperando mis caricias tembló de placer y angustia al desconocer mis movimientos. Samy gemía cada vez más fuerte y con el incremento de sus quejidos mi miembro se hacía cada vez más duro, pues mientras la dedeaba imaginaba lo fácil que se deslizaría mi pene en sus entrañas porque ella estaba más mojada que nunca. Deseaba abrirle las nalgas y dejársela ir, partirla en dos, descargar mis entrañas hasta quedar completamente seco... disfrutaba al máximo el momento. Le solté la melena que mi mano libre aprisionaba firmemente para tomarla de la cadera y ahora sí penetrarla, el placer era increíble. Le puse la puntita en medio de las nalgas decidido a embatirla con el primer empellón cuando Samanta me sacudió y me dijo que despertara, pues seguramente tenía una pesadilla, ya que estaba gimiendo muy feo. Antonio.

No hay comentarios:

Publicar un comentario