martes, 22 de noviembre de 2011

Confesión...



De día soy Javier y de noche, Jacaranda. Ya no puedo con esta doble vida, mi esposa está comenzando a sospechar, pues encontró unas pestañas postizas en mi cartera. Ella cree que tengo una amante y hasta me ha pedido el divorcio; no entiende que yo la quiero, pues es la única mujer, aparte de Roberto, que me la pone dura, y no la quiero perder. Estoy desesperado, pues no quiero perder a mi macho picador y tampoco el amor de mi mujer. Yo le he jurado que no se la meto a otra, y eso es verdad, pues me la meten a mí. Los músculos y los muslos de mi Robert son bien diferentes a los de Gina. Ya no puedo seguir poniendo pretextos para salir de noche para que me den mi empujón de tripas, Gina ya no cree el cuento de que en mi chamba hay auditorias exhaustivas por lo que no puedo ni contestarle el teléfono. Estoy desesperada... perdón, desesperado, pues no sé si esto de transformarme en Jacaranda sea pasajero. Todo empezó como un juego cuando compré unas pestañas postizas para disfrazarme en Día de Muertos.

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